Poemas Hispánicos






La una de plátano

la otra quizás de maíz.

Hojas que para envolver

me quedan, del tanto

que me falta por decir






Este es un asunto colmenar. De sus abejas, de su organicidad y de su concierto, es que hablo.

Concibo la entidad femenina como la suma de pequeñas instancias (mis abejas), para anudarlas (mis porciones).

No es casual que el humor se encumbre erótico, ya que han sido acordes de lo que fue mi plano.

Un poco canto y un tanto minueto, reúno mis momentos que el tiempo ha deslucido.

- Queda empero ese velo aroma que los hace conmemorables. -




En modo alguno las palabras me la entregan.
¿Qué hay de los violines que no la abrazan?
Ni flores ni poemas que yo le dé me
alcanzan para decirla.
Decide tú, siemprebella, con qué
sazonado amanecer deslindarte.





Sólo por amor
me alucina lo poeta y acato la pluma.
A tu dedicación me inclino ya, asombrosamente…

¿En qué quedo conmigo?
En haberte para acá,
tenerte para pronto dulce-cosa.

He inventariado planes que yo te indique,
urgentes por tomarte, abanicadamente.

Decir por caso que estés bajo franela
y urgar tu cuerpo a escondidas
(claro, dilatadamente)

Hallar una mecedora y balancear
tu peso enigmático.
Buscar una hache y hentrometerme
por tu enmedio:
abiertos mis dedos allanar tus cabellos.

Mirarte desde abajo como si así te fueras…
(Como ves, te invento desatinadamente)
Más que para sensatez, vicaria de tu piel,
me gusta para de inmediato.





Ávido estoy de tu croquis pueril
de yerbabuena.
Afán mío de lo que son tu nido
y sus porciones.
Farisaico arcángel que me desatiende,
ésta, que es tu sangre, me abandona.

- Házme tú libélula de tus cosas. -






Eres de alguna manera el vértice blando
donde hallo mi mejor acomodo.
Yo, y conmigo parte de Berlioz,
estamos de tu lado.

Es por eso que pongo flores, por si llegas.
Y aunque pierda en estructura, ganas mi adhesión y te cercioro mi querencia.

Besaría sus retratos cada tanto. La misma
foto. Una menor, la otra grande, toda su cara.
Pero me atoro en tu deslealtad: te prodigas
escalonadamente y ello te desfalca sin retribución.
Son mis buenos deseos cubrirte con pétalos,
pero, y los escalones?
Eres en todo caso el blando vértice donde
se halla mejor mi acomodo.
Te solicito real, sin imprecisiones. Pero
tiene que ser hoy.










Desde antes te invocan, participantes,
mis desavenidas corolas.

Estando te pensando
me avengo a tu recuerdo,
y es en círculos
como tu vientre reaparece
singular y amerengado.

- En qué contenerte flor
donde respires…?

Tiempo a tiempo
me desoigo de razones
y te obligo suplicante
me consigas aceptado.

- Ni Renoir queriéndolo te supuso.
Ni omar ni bardos
te poeman con justicia.
Coloración y servidumbre
te amo,
y con mucho, más allá de mi tristeza.
- Ni Cezanne te pudo, manzana,
describir a mi medida.










Y la prosa


Ahora despaciosamente, como lo que soy, sin ventanas:
Tómese un amor por las solapas. Cobíjelo a resguardo. Téngalo muy acá. Llénese de nuevas palabras. Condiméntela. Hágase a su cuerpo. Rodéela de conformidad. Muérdanse notoriamente sus defectos. Vívala. Bautícela de nuevo a partir de sus manos. Colóquela a su distancia a nuestro pesar, a nuestra distancia a su pesar. Mírela borrosa de tan cerca y pliéguese en su regazo. Dulcifíquese y habítela. Reconózcala. Ajústese a sus pequeñas vocales. Incídala. Expóngala al sol de todos mis términos. Hágala mía. Déjela ser. Séala. Y ya venturoso, agotado, haga como que es un sueño y despierte yo quebrantado.


Gelsen Gas.